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Historias con Historia

Dos han Luchado y Ambos han Vencido

Dos han Luchado y Ambos han Vencido.

Ocurrió el verano del año 80 d.C.. Era el primero de los cien días que iban a durar los grandes juego por motivo de la inauguración del Coliseo. El emperador Tito se jugaba mucho pues su popularidad pasaba por uno de sus momentos más bajos. Desde que subió al poder tras la muerte de su padre, el emperador Vespasiano , varias desdichas habían caído sobre Roma. Primero, dos ciudades llamadas Pompeya y Herculano habían desaparecido al explotar una montaña, hecho desconocido hasta a fecha. Luego la peste azotó a la ciudad de Roma y para rematarlo, un descomunal incendio destruye gran parte de la ciudad.

 


Tito quería que aquellos juegos, que inaugurarían el mayor anfiteatro del mundo, fueran un bálsamo para su sufrido pueblo y por ello fueron invitadas todas las familias Romanas (aunque luego se separaban pues las mujeres se situaban en la zona más alta de las gradas). La primera sesión, la de la mañana, consistía en un espectáculo con bestias y por ello en mitad de la arena habían reunido cientos de prisioneros semidesnudos y asustados. Abrieron las puertas para que salieran las fieras y el asunto no empezó demasiado bien. No se sabe si los animales, por culpa de la algarabía, estaban más asustados que los reos o que estaban tan maltratados que apenas sabían por donde andaban, el caso es que ninguna de ellas reaccionó como se esperaba y tuvieron que devolver a la mayoría de los presos a sus celdas. El emperador ordenó que sacaran a la arena al bestiario encargado de aquellas fieras y allí mismo fue ejecutado bajo la espada de un legionario.

 

Tito Flavio.

Tito veía que no espantaba su mala suerte y que el pueblo estaba cada vez más encolerizado, así que decidió echar el resto. Mandó que en la sesión de la tarde se organizara una gran pelea entre gladiadores poniendo a luchar, al mismo tiempo, a más de cien de ellos sobre la arena. El ambiente se fue caldeando y la sangre comenzó a correr en abundancia. La gente cada vez quería más y eran ellos quienes decidían quien moría y quien vivía, pues Tito se plegó a sus deseos. Aquella tarde murieron un gran número de gladiadores, muchos más de los habituales, pues lo normal es que los combates no fueran a muerte (los gladiadores eran muy caros) pero Tito quería conquistar a su gente y lo estaba consiguiendo.

 

Después del baño de sangre, el emperador aún guardaba una sorpresa. Había separado a los dos mejores gladiadores del momento para que se enfrentaran en una gran pelea final.

Eran dos antiguos esclavos que habían hecho gladiadores. Uno era Vero de Moesia y el otro un Celta llamado Prisco , dos grandes amigos que no sabían que se iban a enfrentar hasta que se vieron cara a cara en la arena. Al principio se asombraron al verse, pero como grandes profesionales en lo suyo, comenzaron a batirse como si la vida le fuera en ello y es que le iba, pues el emperador quería que este combate también fuera a muerte.

El combate se alargaba y ninguno de los dos contendientes daba su brazo a torcer. Tanto es así, que el público comenzó a pedir que se diera la lucha por empatada. Tito no sólo no hizo caso a esa petición sino que endureció el modo de pelear. El poeta Marcial , testigo de excepción del espectáculo lo cuenta así:

"Prolongando el combate Prisco, prolongándolo Vero y estando igualado el valor de ambos durante mucho tiempo, se pidió reiteradamente y a grandes voces que se licenciase a los dos combatientes; pero el César mismo se atuvo a su propia norma: la norma era luchar, dejando los escudos, hasta que uno de ellos levantase el dedo. Sólo hizo lo permitido: les dio varias veces fuentes de alimentos y regalos."

 

Poeta Marcial.

Siguieron luchando sin escudos y hasta sin espadas cuando estas se rompieron pasando a pelear con los puños, pero ninguno vencía ni ninguno se rendía hasta que, casi al anochecer...

"Sin embargo se llegó al fin de un combate igualado: lucharon iguales, se rindieron a la par. El César envió a uno y a otro el bastón de la licencia y a uno y otro las palmas de la victoria. Tal fue el premio de su valor denodado. Un hecho semejante no se había visto sino en tu reinado, oh César: que luchando dos, quedaron vencedores ambos."

Ambos fueron liberados de su condición de esclavos, su pelea se convirtió en la más famosa del mundo romano y ellos, desde entonces, fueron considerados los mejores gladiadores que jamas hubo en Roma. También Tito logró su objetivo pues finalmente es recordado como uno de los emperadores más populares del imperio Romano.

5 comentarios

Alfonso -

Leyenda histórica muy buena. Me ha encantado.Cierta historia de Tolkien tiene un similar. La realidad siempre supera a la ficción.

Aquiles -

Qué bien contado.

Muchas gracias por compartilo

¡Y enhorabuena por el blog!

GANESHA -

si la historia la enseñaran de la manera que esta en este "Brillante" blog muchos serian los que aprenderian y les gustaria.
te felicito y me es muy enriquecedor dar con un blog asi.ES CONOCIMIENTO Y CULTURA EN UNA SOLA DOSIS.
www.pensandolabronca.blogspot.com

jdsa -

Esto se ve perfectamente en el documental Coliseo: ruedo mortal de Roma, que hace algún tiempo emitieron en Televisión Española y que el curso pasado tuve la oportunidad de ver en Latín.

Lordvader -

Excelente entrada. Los romanos eran de otra pasta.