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Historias con Historia

La Falcata: Terror Romanorvm

La Falcata: Terror Romanorvm

La Falcata: Terror Romanorvm

Efectivamente, la falcata, la espada íbera, nuestra aportación más castiza al dudoso arte de la guerra fue el terror de los romanos durante la conquista de Hispania. Este arma corta demostró ser una herramienta de letal eficacia y tanto es así, que los romanos que hasta entonces usaban espadas largas, despues de las guerras en hispania, la adaptaron a sus gustos y necesidades dando origen a la popular "Gladivs" la espada con la que las legiones romanas conquistaron el mundo.

Pero, aparte de que los guerreros íberos, nacidos por y para la guerra, eran extremadamente habilidosos en su manejo, ¿qué tenía de especial esta espada? Lo primero, su corta hoja de unos 50 cm. que la hacía mucho más manejable y certera en el combate cuerpo a cuerpo. Además, su peculiar forma algo doblada le confería una extraordinaria capacidad para golpear y cortar. Hasta tal punto esto era así, que tras los primeras batallas en la Península Ibérica, se dio la orden a las tropas de reforzar con hierro los bordes de sus escudos, posiblemente para contrarrestar la potencia de corte de las falcatas, muy superior al de las espadas rectas y los sables. Si además a esto le añades un doble filo en su punta para poder dar estocadas la conviertes en una terrorifica arma. Incluso, los propios doctores romanos, muy afamados en el arte de reparar fracturas y cerrar cortes, se quejaron amargamente de las heridas tan "feas" que hacía la falcata con cortes irregulares y profundos muy difíciles de curar.

Su fabricación era otra de sus bondades. El acero que se iba a utilizar, de inmejorable calidad según los cronistas romanos, se sometía a un tratamiento de oxidación (enterrando las planchas bajo el suelo de dos a tres años) eliminando así las partes más débiles de este. Después la hoja se fabricaba usando tres láminas que se unían a base fuego y forja. Todo esto le confería una gran resistencia y flexibilidad siendo esta última su cualidad más apreciada. Cuentan que para probar si una falcata estaba bien hecha, se ponía la empuñadura sobre un hombro , se doblaba la hoja por encima de la cabeza hasta tocar el hombro opuesto y si al soltarla el arma recuperaba su forma recta es que la falcata era de calidad, si quedaba doblada era desechada inmediatamente.

A medida que hispania fue romanizándose, el uso de la Falcata fue decayendo hasta limitarse a usos rituales y ceremoniales.

Guerrero Ibero empuñando una Falcata

Guerrero Ibero empuñando una Falcata.

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