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Historias con Historia

La Canción de Cuna más Amarga.


Miguel Hernández.

Reconozcámoslo, la poesía se nos hace difícil de digerir a la mayoría de nosotros. Yo confieso mi casi total analfabetismo en el tema y mi escaso repertorio se limita a algo de Quevedo, Machado, Miguel Hernández y poca cosa más.

Pero también es cierto que cuando hay algún poema que nos llega de verdad, esas palabras mágicamente encadenadas nos calan a un lugar mucho más profundo de lo que nos llegaría cualquier otro texto. Si además sabes que ese poema tiene detrás una historia y que ha sido parido en un momento especialmente difícil y doloroso -Qué por desgracia son los momentos más creativos de los artistas.- entonces, el poema en cuestión, coge un tono, forma y color, que casi puedes llegar a contemplarlo como si de un cuadro se tratara.

Este es el caso del poema "Las Nanas de la Cebolla" del genial Miguel Hernandez. Definida como: "La más trágica canción de cuna de la poesía española".

 

 

 

Primero hay que ponerse un poco en situación. Miguel Hernandez nace en 1910 y tras una escolarización de unos pocos años, debe ponerse a trabajar junto a su padre que era cabrero, tenía 15 años. Pero es un chico despierto y mientras cuida el rebaño, Miguel lee con avidez y escribe sus primeros poemas. Posteriormente puede cursar algunos estudios de derecho y literatura pero esta vez es la guerra civil lo que trunca su formación.

Lucha en el lado republicano y como muchos otros, después de numerosas vicisitudes, dio con sus huesos en la cárcel. Estando preso mantiene correspondencia con su mujer Josefina quien hace poco ha dado a luz al segundo hijo del poeta (el primero había muerto hace poco).

 

Miguel junto a su mujer, Josefina.

En una de las cartas, Josefina le manda una foto del niño cuando este tiene ya ocho meses.

 

La foto de Manolillo que acompañaba a Miguel.

Sobre la foto Miguel escribiría esto en una de las cartas.

"No pasa un momento sin que lo mire y me ría, por muy serio que me encuentre, viendo esa risa tan hermosa que le sale delante de los cortinones y encima del catafalco ese en que está sentado. Esa risa suya es mi mejor compañía aquí y cuanto más la miro más encuentro que se parece a la tuya. Y los ojos, y las cejas y la cara entera. Este hijo nuestro, por quien no debes perder el ánimo y la confianza en esta vida, es más tuyo que mío. El otro era más mío..."

Su mujer también le cuenta la mala situación por la que atraviesan y le explica que llevan tiempo comiendo únicamente pan y cebolla aunque su hijo, a pesar de todo, sonríe enseñando al mundo sus cinco primeros dientes. Miguel, lleno de dolor e impotencia hace lo que mejor sabe, escribe un profundo grito de rabia pero también de ánimo y esperanza.

"Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme..."

Las Nanas de la Cebolla.

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Como dije, no sé nada de estrofas, rimas o métricas, pero creo que este poema tiene fuerza suficiente como para poner a cualquiera los pelos como escarpias.

También en una carta les envía este dibujo, seguramente la imagen más conocida del poeta, junto a una nota:

 

"No quiero dejar de cumplir en lo que pueda mi palabra y ya que no puedo ir de carne y hueso, iré de lápiz, o sea, dibujado por un compañero de fatigas [A.Buero Vallejo ], como verás bastante bien. Se lo enseñarás al niño todos los días para que vaya conociéndome, y así no me extrañará cuando me vea."

Por desgracia, Miguel Hernández, nunca más volvería a ver a su hijo. Aunque estaba condenado a muerte, no le dio el placer a sus verdugos, murió de tuberculosis en 1942 con solo 31 años. Se cuenta que no pudieron cerrarle los ojos (su amigo Vicente Alexandre compondría un poema sobre ello).

Antes de morir dejó escrito en una pared de su celda:

 

"Adiós, hermanos, camaradas y amigos.

Despedidme del sol y de los trigos"

 

 

 

Puedes ver un vídeo de "Las Nanas de la Cebolla" cantado por Serrat en el año 1974.

 

Más:

http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Hern%C3%A1ndez

http://www.nidodepoesia.com/nanas1.htm

http://mhernandez.narod.ru/sobrestesitio.htm

5 comentarios

Uno más... -

No es por justificar a nadie, pero recuerdo que se le conmutó la pena de muerte.

Jonathan -

Conocí a Miguel Hernández a través de una frase suya "Solo soy yo, cuando estoy solo" e imagino la compuso estando en la cárcel,es indignante saber que un genio como él haya muerto en esas condiciones.

Martín -

no me canso de decir que no sé el éxito que tendrá tu página pero desde este rincón te digo sinceramente, gracias por lo que haces/hacéis.

No dejo de leeros

isobel -

de pequeña ese poema siempre me hacia llorar, pero ahora he visto sus alas

elpeor -

chapò!